Foto: EDITORIAL ALFAGUARA

Una amistad entrañable, un puño inesperado y un silencio que duró décadas.

Noticia Internacional.

Este 13 de abril, con la muerte de Mario Vargas Llosa a los 89 años en Lima, se cierra un capítulo crucial de la literatura hispanoamericana. Junto a su monumental legado, el escritor peruano deja una historia envuelta en misterio, silencio y fascinación: la famosa trompá que le soltó a Gabriel García Márquez en 1976, un hecho que partió en dos una amistad legendaria del Boom Latinoamericano.

Todo ocurrió en el Palacio de Bellas Artes de Ciudad de México. Gabriel García Márquez, con esa sonrisa caribe que lo caracterizaba, se acercó a saludar a su pana Mario Vargas Llosa, sin imaginar lo que venía.

El peruano, en lugar de abrir los brazos, cerró el puño… y le soltó tremenda trompá que le dejó el ojo morado. La imagen quedó para la historia: Gabo, sonriente, con un parche, retratado por su amigo el fotógrafo Rodrigo Moya (según su relato en La foto del ojo morado).

¿Por qué Vargas Llosa le metió esa trompá a Gabo?

Hasta hoy, nadie lo sabe con certeza. Y con la muerte de Vargas Llosa, probablemente nunca lo sabremos.

Ambos guardaron silencio. Pero las teorías no han faltado:

  • La versión más sonada tiene que ver con Patricia Llosa, esposa del peruano. En medio de una crisis matrimonial, dicen que Gabo intentó mediar o aconsejarla… y eso no le cayó nada bien a Vargas Llosa. Esta versión es mencionada en diversas entrevistas y en el libro El canalla sentimental de Jaime Bayly.
  • Otros hablan de diferencias políticas: mientras García Márquez seguía siendo cercano a la Revolución cubana, Vargas Llosa ya tomaba distancia del socialismo. Pero lo político parece haber sido solo la chispa sobre un polvorín personal. Mario Vargas Llosa aborda este tema de forma indirecta en su autobiografía El pez en el agua, aunque elude profundizar sobre la trompá en sí misma.

De hermanos a desconocidos

Antes del puño, eran más que colegas: compartían viajes, charlas, vinos y una profunda admiración mutua. Vargas Llosa incluso escribió un ensayo sobre la obra de Gabo, Historia de un deicidio. Pero después del golpe, nunca más se hablaron.

Ni en entrevistas, ni en libros, ni en premios compartidos. En sus memorias El pez en el agua, Vargas Llosa ignoró el tema. García Márquez también se lo llevó a la tumba, sin mencionar nunca a su amigo en su famoso Vivir para contarla.

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