Una adolescente de 17 años, entre las víctimas.
Noticias Colombia.
En la noche del domingo 9 de marzo de 2025, el municipio de Ocaña, en Norte de Santander, fue escenario de una violenta masacre que dejó cinco personas muertas y seis heridas. Según informes preliminares, alrededor de las 11:00 p.m., un grupo de sicarios arribó en motocicletas a dos establecimientos comerciales ubicados en el barrio Los Sauces y abrió fuego contra las personas presentes. 
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Testigos del ataque relataron que los agresores identificaron a sus víctimas antes de disparar, lo que sugiere que se trató de un ataque premeditado y dirigido. Tres de las víctimas fallecieron en el lugar de los hechos, mientras que las otras dos murieron posteriormente en el hospital Emiro Quintero Cañizares debido a la gravedad de sus heridas. Entre los fallecidos se encuentra una mujer, aunque las identidades de las víctimas no han sido reveladas oficialmente. 
Las autoridades locales han condenado enérgicamente este acto de violencia y han iniciado investigaciones para esclarecer lo sucedido. Unidades de inteligencia e investigación criminal han sido desplegadas en la zona para recopilar pruebas que permitan identificar a los responsables y determinar las causas de este nuevo hecho de sangre que estremece a la comunidad. 
Este ataque se produce en medio de una creciente crisis de seguridad en la región del Catatumbo, históricamente afectada por el conflicto armado. Desde el 16 de enero de este año, el territorio ha sido escenario de enfrentamientos entre la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y el Frente 33 de las disidencias de las FARC, lo que ha dejado al menos 76 muertos y más de 55.000 desplazados. La disputa entre estos grupos armados ilegales tiene como trasfondo el control de corredores estratégicos para el narcotráfico, la extorsión y otras economías ilícitas. 
Las autoridades están trabajando para establecer si la masacre en Ocaña está relacionada con la guerra entre el ELN y las disidencias de las FARC, o si responde a disputas internas entre estructuras criminales locales. Mientras tanto, la comunidad de Ocaña permanece en estado de alerta y exige acciones contundentes por parte del gobierno para garantizar la seguridad y la paz en la región. 
Este trágico suceso resalta la urgente necesidad de implementar medidas efectivas que aborden las causas profundas de la violencia en el Catatumbo. La protección de la población civil y la promoción de soluciones pacíficas al conflicto armado deben ser prioridades para las autoridades nacionales y locales, con el fin de evitar que hechos como este se repitan en el futuro.
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