La memoria del arquero vallecaucano que conquistó corazones y títulos sigue viva.
Noticias Colombia.
El 4 de diciembre de 2012, el fútbol colombiano y mundial sufrió una de sus pérdidas más significativas: la partida de Miguel Ángel Calero Rodríguez, mejor conocido como ‘El Cóndor’.
A 12 años de su fallecimiento, su legado sigue vivo en los corazones de quienes lo admiraron dentro y fuera de la cancha. Calero no solo fue un arquero excepcional, sino también un ser humano inolvidable cuya humildad, carisma y liderazgo lo convirtieron en un ídolo eterno.
El Miguel Calero nacimiento de un gigante
Miguel Calero nació el 14 de abril de 1971 en Ginebra, Valle del Cauca, una tierra fértil en talento y pasión futbolística.
Desde joven mostró un espíritu indomable, lo que lo llevó a debutar profesionalmente en 1987 con el Sporting de Barranquilla.
Allí comenzó a forjar su apodo, ‘El Cóndor’, gracias a sus espectaculares vuelos bajo el arco, que parecían desafiar las leyes de la física.
Su amor por el fútbol lo llevó a defender los colores del Deportivo Cali, donde se convirtió en un ícono al romper una sequía de 22 años sin títulos para el club.
Más tarde, continuó su carrera en Atlético Nacional y dio el salto internacional al Pachuca de México, equipo con el que alcanzó la cúspide de su trayectoria deportiva.
Miguel Calero era un grande
Calero no solo ganó títulos y aplausos; ganó corazones. Con el Pachuca, levantó múltiples trofeos, incluyendo la Copa Sudamericana en 2006, un logro histórico para un club mexicano.
Pero más allá de los triunfos, su influencia se extendió fuera de la cancha. Era un líder nato, un hombre que inspiraba a sus compañeros con su ejemplo y su alegría.
Su estilo único, que combinaba reflejos felinos, valentía y una capacidad innata para leer el juego, lo convirtió en un referente para generaciones de arqueros.
Hasta hoy, niños y jóvenes que nunca lo vieron jugar sueñan con emular al arquero que parecía volar como un cóndor en cada atajada.
El desafío de la adversidad
La carrera de Calero no estuvo exenta de obstáculos. En 1994, sufrió una grave fractura en el brazo izquierdo, una lesión que amenazó con terminar su carrera.
Sin embargo, su fortaleza mental y amor por el deporte lo llevaron a superarla.
En 2007 enfrentó otro reto: una trombosis que lo obligó a someterse a una cirugía delicada. Aunque volvió a las canchas, Calero sentía que no era el mismo, y en 2011 decidió retirarse del fútbol profesional.
Su despedida fue un emotivo adiós en el Estadio Hidalgo, donde miles de aficionados le rindieron homenaje.
Un adiós que aún duele
El 25 de noviembre de 2012, Miguel Calero empezó a experimentar complicaciones de salud que culminaron en una trombosis cerebral.
El 4 de diciembre, a los 41 años, el mundo del fútbol se despidió de uno de sus grandes. Su cuerpo fue velado en Pachuca, México, donde miles de personas acudieron para darle el último adiós.
Parte de sus cenizas reposan en Ginebra, su tierra natal, un gesto que simboliza su amor por sus raíces.
Un vuelo eterno
Doce años después, Miguel Calero sigue siendo un símbolo de pasión, entrega y humanidad. Sus jugadas memorables, su sonrisa inquebrantable y su legado como persona y profesional son recordados con cariño por quienes tuvieron el privilegio de verlo jugar y conocerlo.
Como bien dijo su esposa, Sandra Sierra, “hay niños que no lo conocieron y quieren ser Miguel Calero”.
Esa es la mejor prueba de que el Cóndor no ha dejado de volar, sobrevolando el corazón del fútbol y la memoria colectiva de todos los que amamos este deporte.
Hoy, el cielo tiene un guardián más, y el fútbol, un ángel que siempre será recordado. ¡Gracias por todo, Miguel!
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