Las festividades se extienden durante todo el fin de semana, llenándose de música, danza y la mejor gastronomía tradicional.
Noticias Valle.
Ubicado en el municipio de Jamundí, a solo una hora y media de Cali, el corregimiento de Quinamayó destaca por una tradición navideña que lo hace único en Colombia. A diferencia del resto del país, sus habitantes celebran la Navidad en el mes de febrero, manteniendo una costumbre de más de 150 años que resalta la identidad cultural afrodescendiente.
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Uno de los aspectos más representativos de esta festividad es la imagen del Niño Dios negro, una figura que simboliza la herencia y resistencia de la comunidad afro en la región.
Durante el segundo mes del año, Quinamayó se convierte en un epicentro de celebración, reuniendo a habitantes y visitantes de lugares como Robles, Villa Paz, El Hormiguero, Navarro, San Antonio y Potrerito, entre otros municipios con alta población afrodescendiente.
Las festividades duran todo un fin de semana y están marcadas por la música, la danza y la gastronomía tradicional. Al ritmo de la juga, grupos como ‘Los Juguetitos’ y las reconocidas cantoras entonan melodías ancestrales, mientras los asistentes disfrutan de platos típicos como el bocachico, el ‘Caigamos Juntos’ y el Pipilongo, resaltando la riqueza culinaria de la comunidad.
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El origen de la celebración en febrero en Quinamayó
Según la historia de esta particular tradición se remonta a la época de la esclavitud en el siglo XIX. Se dice que los afrodescendientes esclavizados en haciendas cañeras del Valle del Cauca eran obligados a trabajar durante todo diciembre para atender las festividades de sus amos, sin posibilidad de celebrar la Navidad el 25 de diciembre.
Días después, una vez terminadas las labores impuestas, estos campesinos encontraron en febrero el momento ideal para rendir adoración al Niño Dios a través de la música y el baile, convirtiendo la fecha en una tradición que perdura hasta la actualidad.
Hoy en día, la Navidad en febrero de Quinamayó es un testimonio vivo de la resistencia y el orgullo afrodescendiente. Esta festividad no solo mantiene vivas las raíces de la comunidad, sino que también refuerza el sentido de identidad y pertenencia de sus habitantes.
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