Más allá de la inauguración, la Senda de la Fe es el resultado del talento de artistas que, a través de esculturas religiosas, plasmaron las estaciones del Viacrucis con un enfoque simbólico, espiritual y profundamente humano.
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La Senda de la Fe no es solo un recorrido espiritual, también es una manifestación del arte local convertido en devoción. Cada estación del Viacrucis que la compone fue elaborada por artistas que, con su talento y sensibilidad, lograron transformar los pasajes bíblicos en esculturas cargadas de simbolismo y reflexión.
Jaime Oswaldo García Guifo, por ejemplo, dio vida a la Segunda estación, en la que Jesús carga con la Cruz, como un acto de entrega absoluta a la voluntad divina. Para él, esta cruz no solo representa dolor, sino aceptación y fuerza para enfrentar las pruebas de la vida con fe.
En la Cuarta estación, elaborada por David Steven Melo Botina, el encuentro de Jesús con su madre es una escena que habla del amor incondicional. Su obra nos recuerda que el acompañamiento en el sufrimiento puede dar fortaleza, aún cuando no se pueda aliviar la carga del otro.
Darwin Yaguapaz Alpala, autor de la Novena estación, propone una reflexión que trasciende el tiempo: Jesús cae por tercera vez, como símbolo de las caídas cotidianas de la humanidad. En sus palabras, “Jesús sigue cayendo en la vida de los más vulnerables, pero también sigue amando”.
Desde la visión de Jesús Santiago Bastidas Terán, la Decimotercera estación –Jesús es bajado de la cruz y puesto en brazos de su madre– se convierte en un mensaje de esperanza y transformación: la cruz como surco y la muerte como semilla de redención.
Las comparsas también dieron vida a escenas de profunda carga emocional. Hirlam Miguel Alegría Pineda, con la Quinta estación, representa a Simón de Cirene como símbolo de solidaridad. Su escultura nos invita a abrazar el sacrificio y a comprender el dolor como camino hacia la salvación.
Flabio Efrén Velásquez Rosero, por su parte, en la Tercera estación (la primera caída de Jesús), reflexiona sobre cómo, en medio del juicio social, siempre hay quienes ayudan a levantarse. El mensaje de su obra es claro: “Hay tropiezos, pero también manos que sostienen”.
En la Séptima estación, Diego Hernán Pérez plasma la segunda caída de Jesús, con un mensaje esperanzador: aunque la vida pese, siempre es posible levantarse con la fuerza de la fe.
Las carrozas elevaron aún más la propuesta artística. Óscar Yovanny Ascuntar Tobar representa la Undécima estación, cuando Jesús es clavado en la cruz. Su escultura proyecta sufrimiento, pero también esperanza, recordando que en el sacrificio se encuentra una fuente inagotable de amor.
Óscar Fernando Ruano Luna, con la Duodécima estación, muestra a Jesús entregando su espíritu. Su obra es una invitación a reflexionar sobre el amor que trasciende la muerte y la entrega absoluta a la voluntad del Padre.
En la Décima estación, Gerardo Leonardo Ramos Mena muestra a Jesús siendo despojado de sus vestiduras, como un acto de humillación transformado en redención. Su interpretación evoca respeto por la dignidad humana en cada etapa de la vida.
Eduardo Albeiro Arteaga López, a través de la Octava estación, en la que Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén, muestra al Cristo preocupado por la humanidad incluso en medio de su propio sufrimiento.
Leonard Augusto Zarama Cardona, con la Decimocuarta estación, simboliza la sepultura de Jesús. Su obra, centrada en un busto con corona de espinas, refleja serenidad y la promesa de la resurrección.
Miachel Sthephan Delgado Paz, creador de la Primera estación, y Jorge Arturo Díaz Obando, autor de la Sexta estación (Verónica limpia el rostro de Jesús), también aportaron desde la modalidad de carroza A, llevando el mensaje de la entrega, la compasión y la fe.
Finalmente, la carroza principal, llamada “Bendito es el fruto de tu vientre”, fue elaborada por Edwin Fernando Ramos, sumando una visión artística que engloba el misterio de la vida, el sacrificio y el amor maternal.
Estas obras no solo adornan un recorrido espiritual, sino que invitan a una profunda contemplación de la fe y el sacrificio. La Senda de la Fe es, en esencia, una galería abierta donde cada estación se convierte en una oportunidad de encuentro con lo divino, gracias al talento de artistas que pusieron su alma en cada escultura.
Fuente: Información oficial del proyecto “Senda de la Fe”.
Realizado por: Leidy Lisbeth Pascuaza Barco.