La autoridad ambiental decidió instalar trampas para capturarlas y luego llevarlas a otro ecosistema.

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Las babillas del lago ubicado sobre la Avenida San Joaquín, en la Comuna 22 de Cali, las van a trasladar a otro lugar.

Esa es la decisión que tomó el Dagma, autoridad ambiental de Cali, tras determinar que eventualmente estos animales podrían generar un riesgo para los habitantes y transeúntes del sector.

Andres Posada, líder del Grupo de Gestión de Fauna Silvestre de la entidad, explicó que son dos las babillas que permanecen en el lago. «Incluso, se habla de una tercera babilla, que es lo que entraremos a verificar», indicó.

Sobre las razones para llevárselas de este lugar, el funcionario explicó que «este es un lago artificial y las babillas no son naturales de la zona, ni siquiera de esta parte del Valle. Ellas están depredando animales que sí son naturales de la zona».

Se refiere a que las babillas se están comiendo patos, guatines e incluso aves migratorias que llegan a este humedal buscando un nuevo hogar.

También asegura que las babillas, eventualmente, «podrían ser un riesgo para la gente. Hay quienes son juiciosos y no les dan comida y respetarles su espacio; pero hay otras personas que se acercan mucho, se toman fotos, y eso podría terminar en un problema. Las babillas están tomando confianza».

¿Por qué no encierran el lago?

Algunas personas aseguran que podría ser ideal hacerle un cerramiento con una malla al lago para que las babillas sigan allí.

Sin embargo, el Líder de Fauna Silvestre del Dagma, dice que no es viable.

«Está comprobado que las babillas pueden escalar por estas mallas a más de un metro de altura sin problema», indicó Posada.

Además «si enrejamos rompemos el flujo ecológico de la zona, impidiendo que los animales nativos de allí puedan acercarse al lago a tomar agua», agregó.

Por estas razones, comenzó la instalación de trampas para poder llevarse a las babillas de la zona.

Este martes se instaló la primera: es metálica, de alrededor de tres metros de longitud por dos metros de ancho.

«La carnada está metida en el fondo de la jaula. La babilla tendría que entrar completamente para morderla y cuando está allí la puerta, que es como una guillotina, cae. Garantizamos que no sufrirán ningún daño», dijo.

¿A dónde irán las babillas?

Desde el año 2017, el Dagma trasladó seis babillas que estaban en el lago de la Comuna 22.

A unas las liberaron en el pacífico colombiano, con cooperación de la CVC. Otras, en el César y otras en el Magdalena Medio, con apoyo de entidades ambientales como la Corporación de Ríos del Sinú.

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Para trasladar a estas babillas, la entidad ambiental solicitará apoyo a estas entidades ambientales que ya participaron de estos traslados.

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