Édgar Ramírez, un paisa con corazón caleño, lleva más de 25 años vendiendo chunchulo en el centro de Cali, uno de los más apetecidos de la zona.
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En el corazón del bullicioso centro de Cali, se encuentra un pequeño rincón que se ha convertido en parada obligatoria para los amantes de la buena comida callejera: el puesto de chunchulo de Édgar Ramírez. Con más de 25 años de experiencia, Édgar ha logrado crear un auténtico emporio gastronómico a partir de este tradicional platillo.
Para muchos, el chunchulo es un manjar desconocido, pero para los habitantes de Cali y sus visitantes, es un verdadero tesoro culinario. Originario de la región de Antioquia, donde se le conoce como chunchurria, este delicioso bocado se ha ganado un lugar especial en el corazón y el paladar de quienes lo prueban.
«Esto se llama chunchulo, en Medellín le decimos chunchurria. Lo más interesante es que esté fresquito, fresco, porque si está viejito ya huele maluco», explica con orgullo Édgar, conocido cariñosamente como «el paisa» por sus clientes.
Su atención meticulosa a la calidad y frescura de los ingredientes es una de las claves de su éxito. Para él, cada bocado debe ser una experiencia sensorial única, y eso solo se logra con productos frescos y bien preparados.
Lo elogian
Los elogios de sus clientes son el mejor testimonio de la calidad de su cocina. «Siempre vengo a comer el chunchulo del paisa, muy rico», comenta uno de sus fieles comensales mientras saborea cada bocado con deleite.
El secreto del éxito del chunchulo de Édgar radica en su receta tradicional, transmitida de generación en generación en su familia. «Se les da con arepa, y si a la gente le provoca con limón se les da limoncito», revela con una sonrisa.
Ubicado estratégicamente en la novena con 14, al frente de la Bahía y al frente del estanco, el puesto de chunchulo de Édgar es todo un ícono en el centro de Cali. Su trato amable hacen que cada visita sea una experiencia memorable para quienes lo frecuentan.
